Hace pocos
días, 1° de septiembre, se cumplieron 10 años de la expulsión por violencia de
género del entonces docente universitario José Luis Torella, de la Universidad
Nacional de Luján. Abuso de poder, acoso sexual, violencia económica, amenazas
y persecución dentro y fuera de la universidad fue lo que este violento hizo a
una compañera estudiante, y por lo cual agrupaciones universitarias obramos en
consecuencia. Fue la primera vez que se echó a un docente de una universidad
pública por ejercer violencia de género, marcando un precedente que debemos
levantar y retomar cuantas veces sea necesario para que estas situaciones no
queden impunes, con la finalidad de que dejen de pasar.
En ese momento la Universidad no
contaba con un protocolo de actuación ante este tipo de situaciones, y el
estudiantado sólo tenía (y aún tiene) solamente un 25% de representación en el
Consejo Superior (órgano político de cogobierno que definió su destitución), en
un contexto distinto al de estos días, y a pesar de lo engorroso y extenuante
que significó avanzar por el carril de juicio académico, un grupo de compañeras
y compañeros del Frente Universitario de Luján (hoy en SUBVERSIÓN) y el
Movimiento Independiente de Agronomía, con el apoyo del sindicato docente
ADUNLu, fuimos para adelante.
En estos 10 años crecieron las
denuncias sobre hechos similares en distintas universidades: en la Universidad
de Buenos Aires, en la Universidad Nacional de La Plata, Universidad Nacional
de Lomas de Zamora, Universidad Nacional de General Sarmiento, Universidad
Nacional de Tres de Febrero, Universidad Nacional de Cuyo y más casos en la de
Luján, por citar algunas. Varias de esas denuncias se formalizaron, otras
tomaron el rumbo de los medios de comunicación, otros casos fueron expuestos
por agrupaciones estudiantiles, organizaciones sociales, etc. Todas tuvieron el
mismo eje central, la violencia de parte de hombres hacia las mujeres y, en
general, de docentes hacia estudiantes, con dispar suerte para los violentos.
No sabemos si nuestra lucha y sus frutos llegaron a todos los oídos que debían,
pero acá nos damos una nueva oportunidad para darle difusión. ¡NI OLVIDO NI PERDÓN!
Ese 1° de septiembre de 2010
realizamos una gran movilización al Consejo Superior para demostrar con el
cuerpo que ya no había lugar para la impunidad en la UNLu, exigiendo su
expulsión sin dilaciones, para evitar
que siguieran operando algunos silencios docentes cómplices. ¡Y lo echamos!
Repasemos un poco la historia
A fines de
2009 denunciamos al docente JOSE LUIS TORELLA por ABUSO DE PODER, ACOSO SEXUAL,
VIOLENCIA ECONÓMICA, AMENAZAS Y PERSECUCIÓN DENTRO Y FUERA DE LA UNLu contra
una compañera estudiante. Un proceso arduo donde se acompañó a la víctima desde
las agrupaciones intervinientes, haciendo camino al andar y a la vez andando
por un camino pedregoso, protegiendo con el anonimato para evitar la
re-victimización y combatiendo contra el patriarcado instalado en la
universidad y en la sociedad. Volanteadas, asambleas, reuniones de seguimiento
del tema entre las agrupaciones y con la compañera estudiante, movilizaciones
al Consejo Superior, comunicados de prensa, notas en los medios, estudio de las
normativas de adentro y fuera de la universidad, juntar plata para costear
gastos y muchísima energía puesta en la cancha.
Con toda esta lucha enfocada en
función del objetivo, logramos que el Consejo Superior lo suspenda
provisoriamente y le prohíba el ingreso a la Universidad, a principios de 2010.
No obstante, incumplió las restricciones, lo que nos tuvo en alerta y coordinación
de autodefensa constante.
Por otro lado, en el ámbito
Judicial -donde claramente el acceso a la justicia suele no ser igualitario
debido a un Poder Judicial burgués y patriarcal- se logró una perimetral de 200
metros recién a fines del mismo año (2010), cosa que Torella también infringió
en más de una oportunidad.
Como parte del proceso de juicio
académico, se constituyó un Tribunal Académico (sólo compuesto por docentes,
otro punto que marca la escasa democratización en la toma de decisiones) que elevó
su informe al Consejo Superior, para que defina la situación. Este tribunal no
fue a fondo, dejándole una ventana abierta para seguir trabajando impunemente
en la UNLu, mediante alguna sanción. Y fue así que, a casi dos años de haber
iniciado la denuncia, y con todo el cansancio y hartazgo a cuestas, sabíamos
que debíamos seguir poniendo el cuerpo y por eso desde la entonces lista
estudiantil 105 (FUL + MIA) hace 10 años nos preguntábamos en un volante, con
el cual se llamaba a movilizar a la sesión de Consejo:
“¿Es que las actuaciones de
Torella no son actos de opresión hacia la Mujer? ¿Los derechos de las Mujeres
no son Derechos Humanos? ¿Por qué paso esto?... Porque si el tribunal hubiese
tomado esos incisos solo correspondería la expulsión directa del docente,
entonces, ahora toda la responsabilidad es del Consejo Superior (…).
Participemos todas y todos del Consejo Superior, para que sesione de manera
pública.
¿Vos legitimarías la
violencia de género dentro de la universidad?”
Y afirmábamos:
“NOSOTRXS ¡NO! Por eso…
¡NO QUEREMOS SU
SUSPENSIÓN POR ALGUNOS DÍAS!
¡NO QUEREMOS UNA
UNIVERSIDAD QUE NO SE DEFINA ANTE LAS INJUSTICIAS Y OPRESIONES!
¡EXIGIMOS LA
EXPULSIÓN DIRECTA DE JOSE LUIS TORELLA DE LA UNLu!
¡DOCENTES DE ESTAS
CARACTERÍSTICAS NO PUEDEN ESTAR FRENTE A LAS CURSADAS!”
De esta manera, luego de dos años
de lucha, en la cual muchas compañeras se cargaron al hombro las acciones, y
con un convencimiento colectivo de que íbamos a lograr su expulsión a pesar de
todas las trabas institucionales y culturales. Todo esto fue parte de nuestra
lucha por una universidad pública, gratuita, laica, crítica, que investigue en
función de los intereses de la clase trabajadora, con una perspectiva
antipatriarcal.
¿Qué pasó en estos años?
Tiempo después discutimos en
asambleas los lineamientos de un protocolo ante casos de violencia de géneros,
lo cual desembocó en la formalización del mismo (algo entibiado por la Gestión
de turno, por supuesto). Hoy, la mayoría de las universidades nacionales
cuentan con esos protocolos, pero nuestra enseñanza nos marca que sólo se podrá
hacer efectivo si lo tomamos en nuestras manos, desde abajo, con democracia
directa y repensándolo regularmente, poniéndolo en crítica, como nosotrxs
hicimos con nuestra experiencia de lucha vivida.
También analizamos críticamente
que Torella continuó trabajando como docente en otros niveles educativos a
pesar de su expulsión de la Universidad, generando nuevos casos de violencia.
Junto a otros colectivos y demás cumpas lo escrachamos en una escuela
secundaria de Luján e informamos al Colegio de Ingenieros Agrónomos de
provincia de Buenos Aires. Todo esto nos lleva a pensar en la necesidad de una
articulación de las luchas en todos los niveles del sistema educativo, a
masificar los escraches y a cuidarnos colectivamente de manera más
determinante.
Pasaron 10 años... Pasaron muchas
cosas en este tiempo. El “Ni una Menos”, la legalización del aborto, la Ley de
Identidad de Género y la Ley Micaela, etc, pero la violencia patriarcal se
encuentra tan vigente como en aquel entonces… Lo que cambió es que en todos
estos años fueron creciendo las luchas para hacer realidad que “ya no nos
callamos más” y que estamos convencidas y convencidos que lograremos tumbar al
capitalismo y al patriarcado con coherencia, solidaridad, militancia y
cuidándonos colectivamente.
Hacemos un reconocimiento a las
compañeras del FUL y del MIA que en aquel entonces pusieron todo y un poco más…
Sigamos avanzando. Contá con nuestro
apoyo.
SUBVERSIÓN +
INDEPENDIENTES
Contacto de prensa: Leo Moreno
11-63032205
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